No todas las galaxias son iguales,
existen algunas galaxias cuyas estructuras espirales son muy similares
a la de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea. Quizá
haya 10 estrellas unidas entre sí por sus
fuerzas gravitatorias mutuas en tal estructura. El díametro de una
galaxia espiral típica podría ser de 50 kpc
. La galaxia de Andrómeda, una prominente vecina galáctica,
está a una distancia aproximada de 0.7 Mpc ó 2 x 10
años-luz.
La estructura espiral es común
en las galaxias. Una región central brillante está rodeada
por un disco plano con varios brazos espirales. Toda la estructura gira
en torno a un eje perpendicular al plano del disco. Las estrellas individuales
están unidas gravitatoriamente a la galaxia por una fuerza dirigida
hacia su centro. Podemos usar las leyes de Kepler, tal y como se hace para
el sistema solar, para analizar la fuerza gravitatoria. Se ha medido que
la velocidad tangencial de Sol respecto al centro galáctico es de
alrededor de 220 km/s (la velocidad tangencial de la tierra con respecto
al sol es de 30 km /s ). Nuestra distancia al centro de la galaxia es de
8.5 kpc; estamos en uno de los brazos espirales aproximadamente a dos tercios
del camino hacia fuera desde el centro de la galaxia. A partir de estas
cifras podemos calcular que la velocidad angular del sol respecto al centro
galáctico es:
w= v / r = 8.4 x 10-16 rad/s
A esta velocidad, una rotación completa toma 240 millones de años, y entonces durante su vida de alrededor de 5000 millones de años el Sol ha efectuado ya quizá 20 revoluciones.
La galaxia no gira como un cuerpo rígido; su rotación se parece más bien a la del sistema solar. Suponiendo que podemos aplicar las leyes de Kepler a este sistema, podemos hallar la relación entre la velocidad tangencial y el radio. Para esto conviene reescribir la tercera ley de Kepler, reemplazando a T por
Aquí M se refiere a la masa contenida
en la región dentro del radio r. Basados en la velocidad tangencial
del Sol, podríamos estimar que dentro de la órbita del Sol
se encuentra una masa equivalente a 10 masas solares.
Si suponemos que casi toda la masa de
nuestra galaxia está en esta región interior, entonces, con
base a la ecuación anterior y M considerada como constante, cabría
esperar que la v de las estrellas más allá del Sol decreciera
al aumentar r. Hasta el punto en que es válida la tercera ley de
Kepler y la masa adicional más allá del Sol sea despreciable,
v debería disminuir de acuerdo con r-1/2.
En vez de esto, observamos que v es constante
o quizás aumente ligeramente, incluso hasta el borde mismo de la
región visible de nuestra galaxia. Otras galaxias espirales muestran
el mismo efecto. Estas observaciones se basan en el corrimiento Doppler
de la luz emitida por la galaxia; el movimiento de la galaxia en relación
a nosotros causa un cambio en la longitud de onda o la frecuencia de su
luz en comparación con su valor para el movimiento no relativo.
En una galaxia distante en rotación, las partes cuyo movimiento
rotatorio es en sentido hacia nosotros tienen corrimiento Doppler opuesto
al de las partes que se mueven alejándose de nosotros, y la velocidad
rotatoria a diferentes distancias desde el centro pueden determinarse directamente.
La velocidad permanece aproximadamente constante hasta el límite
de la parte visible de las galaxias.
Podemos explicar este efecto con la ecuación
si M, que representa la masa contenida dentro de una región esférica
de radio r, aumenta al menos linealmente con r. Esto deberá ser
así incluso en el límite más externo de la galaxia.
Si suponemos que la masa de una galaxia
está en su mayor parte en forma de estrellas, entonces este aumento
de M con r es inconsistente con las observaciones, lo cual demuestra claramente
la luz (y, por lo tanto, presumiblemente el número de estrellas)
concentrada cerca del centro y que disminuye según crece r. Por
lo tanto, debe existir una cantidad considerable de materia oscura en la
galaxia, la cual puede adquirir la forma de un halo casi esférico.
La forma real de esta materia oscura se desconoce; las hipótesis
varían desde estrellas pagadas hasta objetos del tamaño de
Júpiter y hasta partículas elementales, pero hasta ahora
no hay evidencia experimental directa de la existencia de alguna de ellas.
Se observa que las galaxias forman enjambres
de quizás 100, ligadas por fuerzas gravitatorias. El tamaño
de un enjambre típico es del orden de 1 Mpc, esto es, 100 veces
el tamaño de un galaxia típica. Como en el caso de las galaxias
mismas, existe un problema de “masa perdida” en los enjambres; la cantidad
calculada de materia necesaria para que los enjambres formen un sistema
ligado gravitatoriamente es de 10 a 100 veces la cantidad total de materia
visible en las galaxias que comprenden los enjambres. Por lo tanto, se
ha especulado que puede existir materia oscura no sólo en los halos
galácticos sino también en el espacio entre las galaxias;
se necesita un halo similar que permee a los enjambres para proporcionar
la fuerza gravitatoria que forme un sistema ligado.
Existen también superenjambres
ligados gravitatoriamente (enjambres de enjambres con una escala de más
allá de los 10 Mpc). Una mapa de los enjambres muestra que tienden
a concentrarse en superficies que dejan grandes espacios vacíos
intermedios con muy poca materia en ellos. La explicación de tales
“burbujas” cósmicas aún no se conoce.
La cadena de razonamientos que van de
la balanza de Cavendish a los superenjambres es lineal; parte de una medida
en laboratorio de la constante G, pasando por un conjunto de leyes dinámicas
bien verificadas en el Sistema Solar y llega hasta la extrapolación
de que la G medida y de que las leyes de Newton son válidas en todo
el universo. Aunque aún queda un buen número de preguntas
abiertas, no existe ninguna evidencia firme de que este razonamiento sea
incorrecto o de que la gravitación no sea universal.